«Mi auto marca más velocidad de lo que realmente estoy andando», ¿Realidad o mito?

Se trata de una innegable realidad que aplican todos los fabricantes -sin excepción- y es un acuerdo entre ellos y los gobiernos de países del primer mundo. ¿Existe un margen?

por José Ignacio Gutiérrez
Velocidad

El uso cada vez más expandido de aplicaciones de geolocalización en el auto, ha puesto de manifiesto una curiosa dicotomía a la hora de conducir, si puede llamársele así. Y es que muchas veces la velocidad que marca el velocímetro -expresada sea en km/h o mph, en formato análogo o digital- difiere de la que aparece en Google Maps, Waze u otra app, esto incluso cuando se mantiene una velocidad estable en carretera. La pregunta asoma como lógica, entonces: ¿Quién miente y qué motivos tendría para hacerlo?

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Para partir con la explicación, es necesario decir que el teléfono será siempre el que marque más velocidad que el mismo velocímetro del vehículo (jamás al revés). ¿Por qué? Simplemente porque el GPS es el que indica la velocidad real a la que circula y el panel de instrumentos nos miente, con sus muy justificadas y atendibles razones.

Las legislaciones de los países precursores en la industria -principalmente Estados Unidos y el bloque europeo- han sido muy estrictas en señalar que un auto no puede jamás mostrar una velocidad menor de la que realmente lleva en un momento determinado. Dicho de otro modo, a un fabricante le conviene (o interesa) mostrar algunos km/h de más en el tablero para asegurarse de que en ningún caso un siniestro involucre una discordancia con la realidad (en su contra): que, por ejemplo, el marcador indique 100 km/h, en circunstancias que el auto iba a 105 km/h.

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Con los años y con la llegada de los radares de control carretero, como los que utiliza Carabineros en Chile, esta tendencia solo ha ido ganando fuerza. Suponiendo el caso de un auto que marcara la velocidad correcta desde fábrica (cosa que como se ha explicado, no ocurre), se le altera un factor mínimo como el perfil de las ruedas de tracción (medido en razón del ancho), inmediatamente se pasaría a ese lado que los fabricantes tanto evitan: el marcar menos km/h de los que el auto verdaderamente hace. Esto expone a los conductores a multas -sin saber que se está incurriendo en ellas- y a las marcas a eventuales demandas por el ‘error’ (lo mismo que hoy de algún modo entrampa el avance de la conducción autónoma al estar en entredicho la responsabilidad).

Por eso mismo, es que es siempre recomendable -por regla general- que al aumentar el perfil de un neumático, este incremento en el tamaño no exceda del límete de 2,5%, puesto que en dicho caso -más allá de que el neumático pueda topar con la carrocería cuando se pone algo de peso- esta vez sí podrían concordar la velocidad real y la del velocímetro o, peor aún, ser la del marcador inferior que la que realmente lleva el vehículo.

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Yendo al plano legal, la Organización de las Naciones Unidas en su regulación Nº 39 de 2003 recoge que los fabricantes europeos están autorizados para ‘mentir’ con la velocidad en hasta un 10%, lo que, de todos modos, en la práctica es difícil de hallar. Las variaciones giran solo en torno a los 5 km/h. Llevado a un ejemplo, si el auto fabricado en algún país del Viejo Continente marca 80 km/h, podrías estar andando a una velocidad si bien inferior, nunca por debajo de los 72 km/h. A 120 km/h en el panel, la velocidad no podría estar por debajo de los 108 km/h. Al final es una mentirilla piadosa, si se quiere, porque tampoco es tan grande…

Ah, y por si te lo preguntabas, estas inducciones al error en el conteo de la velocidad solo aplican para el velocímetro, pero en ningún caso para el odómetro, también conocido como cuentakilómetros.

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