Si piensas en históricos vehículos comerciales de la marca francesa Citroën, seguramente se te vendrán a la mente la versión furgón de la popular citroneta (Citroën 2 CV AU) o el ‘camión’ Citroën H, hoy muy utilizado como food truck de corte vintage. Sin embargo, la historia de los Citroën hechos para el trabajo se remota 25 y 20 años, respectivamente, pues nace con el Citroën B15, un vehículo que en 1927 ya fue capaz de desplazar una tonelada. Ahora la marca de los dos chevrones celebra los 95 años de esa rica tradición junto a los emprendedores.
La compañía fundada por André Citroën en 1919, detalla que su interés por los vehículos industriales nació casi con la fundación de la empresa. Y es que solo un año después de revolucionar el mercado automovilístico europeo con el Tipo A, el primer auto francés producido a gran escala, ya empezaron a montarse espacios de carga en los chasis de algunos de estos vehículos. Pero hubo que esperar hasta 1927 para ver al citado B15, que con una gama de siluetas amplia permitía adaptarse sin problemas a cualquier tipo de actividad profesional.
Tras introducirse en el mundo de los camiones en los años 30 -con modelos como los Citroën Tipo 23 y Tipo 45- Citroën impulsó un salto de varias décadas con el TUB (Traction Utilitaire Basse), que inició su comercialización en 1939. Aplicando los avances de sus últimos autos livianos, la marca dio con la fórmula con la que se fabricaron los furgones desde entonces.
Con la tracción delantera, lanzada cuatro años antes en el Citroën Traction Avant, se liberó totalmente el espacio que hay detrás del motor, lo que hizo posible un espacio de carga inmenso. El TUB podía transportar hasta 850 Kg y tenía una ancho de carga de 1,29 metros y una altura de 1,52 metros. Otra de sus innovaciones fue la puerta lateral deslizante, de 70 cm de ancho, que hacía muy fácil la carga y la descarga. Pese a todos sus hallazgos, el modelo no tuvo mucha suerte ya que pocos meses después de su estreno estalló la II Guerra Mundial.
Pero el TUB no se fue sin dejar herederos. En 1947 empezó la fabricación del Tipo H, también conocido como Tipo HY, que añadió la estructura monocasco a las innovaciones del TUB. Se lanzó en Europa en 1947 y se fabricó en París y en Vigo. Su diseño único, su versatilidad y sus capacidades de transformación lo hicieron omnipresente en las carreteras y las calles del Viejo Continente durante sus más 35 años. Ahora, sus líneas clásicas son puntos fuertes para ser el abanderado de la revolución de los food trucks.
El Citroën H tuvo el motor y caja de cambios situados en el voladizo delantero, con lo que se aprovechaba al máximo el espacio de carga. La carrocería ondulada, además de darle un aspecto inconfundible, daba más rigidez a su carrocería. Unida a su parte trasera prácticamente cúbica, permitía multitud de transformaciones: desde instalar una puerta lateral deslizante hasta habilitar una cocina totalmente equipada, como se hace actualmente. Su carácter práctico, su robustez y su buen comportamiento en carretera lo convirtieron en un vehículo ideal para devorar kilómetros ofreciendo, de pueblo en pueblo, lo mejor de la gastronomía.
Un año después del Tipo H, el espíritu revolucionario y anticonformista de la citroneta también llegó al mundo de los vehículos comerciales, con el lanzamiento de numerosas versiones furgón. Desde la década del 50 estos modelos contribuyeron a la modernización de las ciudades y los pueblos de Europa, al proporcionar a agricultores, ganaderos y toda clase de profesionales y empresas una herramienta de trabajo dura, resistente, apta para ir por rutas difíciles, fácil de manejar y mantener y, sobre todo, muy económica. Las cualidades de estos modelos empujaron a Citroën a fines del 60 a tomar el primer lugar en vehículos comerciales en varios mercados de Europa.
El Citroën C15 recogió las virtudes de sus antecesores reforzando aspectos como la fiabilidad y robustez. Este vehículo, derivado comercial del Visa, también fue una estrella en su segmento, gracias a que ofreció una motorización diésel que permitió ampliar sus ventas. En 1996, Citroën volvía a revolucionar la industria con el lanzamiento del Berlingo, un nuevo concepto que superaba el hasta entonces clásico furgón derivado de un sedán, apostando esta vez por un modelo con un diseño original y versátil. Esta visión innovadora daría lugar, por un lado, al vehículo comercial compacto tal y como se conoce actualmente y, por otro, al ‘ludospace’, enfocado tanto a un uso profesional como a cubrir necesidades familiares y de ocio. Esto se tradujo en versiones cargo y pasajeros, el último un formato que sigue gozando de mucha popularidad en Europa.
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