Las marcas automotrices se han propuesto pasar a usar baterías y motores eléctricos en la gran mayoría de sus vehículos para antes del 2040, fecha en la cual ya varios mercados importantes habrán cumplido su plazo autopropuesto para dejar de vender vehículos con motor a combustión interna. Pero no todos están de acuerdo con eso.
Toyota es el gigante que está solo contra el mundo. Sus incursiones en vehículos eléctricos han sido escasas y poco llamativas, ya que aún no han hecho grandes esfuerzos para ello, ya que no están de acuerdo con forzar el paso a nuevas tecnologías. De acuerdo con investigaciones propias, creen que algo más sustentable y amigable con el ambiente sería hacer un cambio gradual, cohabitando por mayor tiempo tecnologías híbridas o de hidrógeno.
Esto no es una simple pataleta del gigante japonés. Su justificación está bien documentada en sus investigaciones, tal como lo explicó el jefe de científicos y grupo de investigación de Toyta, Gill Pratt, previo a la cumbre G7 realizada en Japón, donde nuevamente argumentó a favor de un cambio más lento hacia el uso de autos eléctricos, que favorecería la lucha contra el cambio climático.
Su principal preocupación va por la posible escasez de materiales y fuentes de energía renovable para alimentar una cada vez más grande red de carga eléctrica, cuya demanda aumenta día a día. Eventualmente esperan que se logre el equilibrio, pero para eso pasarán décadas, especialmente relacionado con la red eléctrica más frágil en países del tercer mundo y nuevas operaciones mineras para la explotación de recursos naturales necesarios.
Entre los críticos de Toyota está Greenpeace (junto a otras organizaciones ambientales), e incluos algunos inversionistas de la marca, quienes ven esta actitud como una ventaja entregada a otras marcas, incluso a las que antes eran más pequeñas y ni siquiera consideradas competencia, como Tesla y BYD, que ahora se han tomado la vanguardia en lo que respecta al mercado y tecnologías eléctricas.
