Los vehículos de Aston Martin, sobre todo aquellos fabricados desde el año 200 en adelante, siempre han sido considerados como los de mejor diseño y más bonitos del mercado, independiente que tengan plataformas arcaicas, estén atrasados en tecnología, o que hayan tenido una confiabilidad comparable a un Alfa Romeo de los ’90. Esto tiene una explicación científica.
El pináculo del diseño de Aston Martin está en el DB9 (o el DBS, que es básicamente una versión del DB9 en esteroides) que usa un lenguaje de diseño muy utilizado por la marca, a tal punto de que llegó un momento en que era difícil diferenciar uno u otro modelo de Aston Martin. Pero esto fue porque de alguna forma «rozaron la perfección», al menos a nivel matemático, ya que todo el diseño exterior está basado en proporciones áureas, de 5:8, conocido por ser la proporción divina o el número de Dios (entre otros nombres) y que representa la estética perfecta.
Por eso es que los vehículos de Aston Martin siempre se han visto tan armoniosos, ya que las proporciones en su diseño, de aproximadamente 5:8, son «naturalmente agradables a la vista», no es algo forzado. Toda la culpa la tienen las matemáticas.
