Aunque parecieron desaparecer por un período, los motores a combustión para bicicletas, comúnmente llamados motores mosquito, han vuelto a las calles gracias a las aplicaciones de reparto, complejidades del transporte público, y costo de la bencina. Incluso algunos creen que usando una bicicleta así en lugar de su auto le hacen un favor al planeta, contaminando menos.
Pero no pueden estar más lejos de la realidad. Estos motores son de dos tiempos, por lo que queman una mezcla de bencina y aceite, y no tienen ningún sistema de control de emisiones. Esto significa que los gases que salen de la combustión, vienen en su forma más «pura», es decir, con toda la concentración contaminante.
Las mediciones muestran que los gases de ese pequeño motor de un cilindro, contamina entre 30 y hasta 100 veces más que un vehículo normal, en cuanto a concentración de hidrocarburos y dióxido de carbono. Y todo ese humo lo respiras directamente, ya que no tiene un escape que expela gases al final del vehículo (que de todas forma no solucionaría el problema, sin oque simplemente se lo pasa a otro).
Otro tema de estos vehículos es el ruido que emiten, que también sobrepasa la norma permitida por al menos el doble, algo que sin duda le traerá problemas a largo plazo a quienes usen el motor por tiempos prolongados.
Y el último, y no menor problema de estos motores, es que por todo lo anterior están prohibidos para su uso en el país. Por gases, por ruidos, y porque actualmente todo vehículo motorizado debe tener registro, y su usuario tener licencia, algo que no pasa.
Técnicamente, las bicicletas tampoco están reguladas, y muchas no pueden manejar la velocidad a la que pueden llegar (sobre 50 km/h), por frenos deficientes y una suspensión inexistente, que pone en riesgo tanto al usuario como a quienes están en el camino.
