PWRS República Dominicana – Cuando el calor caribeño se mezcla con la pasión alemana (Parte 2)

por Gabriel Baeza

Continuando con lo que fue nuestra experiencia en el Porsche World Road Show en República Dominicana, ahora les queremos compartir los otros tres modelos que pudimos manejar, entre los que se encuentra el que posiblemente quedo en el top 3 de los mejores automóviles que hemos podido manejar en nuestra vida, el impresionante 718 Cayman GT4 RS.

Pero sin lugar a dudas, disfrutar de esta aventura no habría sido lo mismo sin aprovechar de conocer uno de los Resort más exclusivos de RD, Casa de Campo, que además fue el punto de encuentro de todos los grupos de automóviles, para compartir un rico almuerzo, con la playa y el sol de fondo.

En este lugar, pudimos compartir nuestra experiencia hasta tal punto, comparar los distintos modelos que nos tocó manejar, la hermosa geografía del país, grabar algo para que esta experiencia para que nos crean los que no estuvieron ahí, junto con empezar a prepararse por lo que vendría después de almuerzo.

718 Cayman llevado a su máximo potencial

Pero si algo voy a llevarme guardado en mi cuerpo por muchos años, es la impresionante oportunidad de manejar uno de los modelos más deportivos y exclusivos de la marca, el 718 Cayman GT4 RS, que aunque estaba destinado a otro grupo, logré probar y sentir en carne propia, lo que se siente arriba del modelo más deportivo de calle de este hermoso coupe.

Debo decir que a mi en lo personal siempre me ha gustado mucho el modelo Cayman, quizás el modelo de Porsche que mejor balance tiene entre diseño, manejo y entretención, y dejando de lado su hermano 911, creo que en esta configuración GT4 RS, se convierte en el modelo que más he disfrutado de manejar en toda mi vida.

No es el más rápido que he manejado, aunque acelere de 0 a 100 km/h en solo 3.4 segundos. No es el más potente, aunque tenga 500 Hp de su impresionante seis cilindros boxer aspirado de cuatro litros. Pero para mi gusto de manejo, el balance de su motor central, su chasis afinado hasta el límite, sus frenos casi de competición y todos los detalles en fibra de carbono, lo hacen mi favorito de todos los tiempos.

Ya admirarlo por fuera, con sus tomas de aire, alerones, capó y difusores de fibra de carbono, sus llantas especiales, espejos de carbono, faldones ensanchados y un impresionante alerón posterior ajustable, nos dicen a la distancia que no se trata de un Cayman regular. Ni siquiera de un Cayman GT4 regular, modelo del que deriva y que ya es suficientemente llamativo.

Al ingresar, nos reciben las inscripciones Weissach en los asientos y tablero, junto a unos backets de carbono que recogen al cuerpo como un guante perfecto. El volante y el tablero, forrado en alcántara, con una marca en el centro superior, también invitan a empuñarlo de manera firme. Detrás de él, un tacómetro que marca hasta las 10.000 rpm, es el que adelanta lo que sea una experiencia sublime al pisar a fondo su pedal derecho.

Detrás de los asientos, tenemos en gloria y majestad, su motor al desnudo, con una admisión que succiona todo el aire justo por detrás nuestro y que será parte de la sinfonía en marcha. La palanca de su transmisión PDK tiene una forma que parece a de una manual, pero conociendo la eficiencia de esta, no será un punto menor. Encendemos el motor y cobra vida su corazón boxer.

Engranamos D, seleccionamos el modo deportivo y comenzamos la vuelta. Los primeros metros son para acostumbrarnos, sentir el exquisito tacto de su dirección, acelerador y frenos. La suspensión, frente a lo extrema que uno podría pensar que es, absorbe algunos resaltos de buena manera y sin necesariamente hacer sentirnos que quedaremos sin riñones ni espalda, aunque también hay que concederles a las carreteras de la zona, una muy buena calidad general.

Pero lo mejor esta por venir, poder salir desde parado y acelerar a fondo ese motor, es realmente una experiencia subliminal. Tiene un sonido que va cambiando y que cuando ya supera las 5.000 rpm, ofrece una melodía difícil de igualar. Pero no es sino entre las 7.000 y las 9.000 rpm, donde el sonido cambia a una sinfonía que coloca los pelos de punta a cualquier fanático, y que parece sacada de la competición.

Esa manera de subir cambios linealmente, propia de un aspirado, una caja PDK que parece no tomar ni una milésima de segundo en pasar al siguiente cambio o rebajar, hace que el disfrute sea máximo. Sin lugar a dudas, lo mejor debe ser en un circuito, con todas las medidas de seguridad y sin limites de velocidad, pero no cabe duda de que se trata de un purasangre, que hereda lo mejor de la marca y que quedará como el último de los modelos a combustión del modelo, que ya se ha confirmado que en su siguiente generación, podría pasar a ser un 100% eléctrico.

Deportivo con traje familiar

Así es como luego de volver a disfrutar por otros kilómetros del sonido y manejo del Boxter GTS, toco cambio al hermano más compuesto de la familia de deportivos, el Panamera. Aunque a decir verdad, en la versión Turbo S, más que un modelo compuesto, parece una especie de locomotora de lujo, en un traje color gris oscuro y cuatro puertas.

Para los que no ubican mucho el modelo, se trata de un familiar con motor delantero, cuatro puertas y un amplio maletero, algo así como la interpretación de Porsche de un sedán. Claro, debajo del capo encontramos un enorme motor de ocho cilindros en V, cuatro litros, doble turbo, que entrega una potencia de 625 Hp y un torque de 800 nm, acoplado a una caja de ocho velocidades y tracción en las cuatro ruedas, acelera desde parado hasta los 100 km/h en apenas 3.1 segundos.

Y lo más impresionante de esto es la manera de como empuja sin casi notarlo, con un suave ronroneo de su V8, con una suspensión que parece tragarse las imperfecciones y ondulaciones del camino, y que casi que invita a superar las velocidades permitidas, por lo que nos hace imaginarnos como será cuando suelta las riendas en autopistas como la Autobahn y permite volar por sobre los kilómetros.

Por supuesto, que el equipamiento nos agasaja con un audio Burnmeister, asientos con ventilación, y mucho más, para que el viaje sea literalmente en primera clase. Para todos sus pasajeros, sin excepción. La segunda fila se compone por dos butacas, que si pudieran llevar un volante, serían casi iguales a las delanteras, una experiencia única y con toda la comodidad que uno podría soñar.

Historia de cielo abierto con mucho estilo

El quinto modelo que nos toco probar, en el grupo que fuimos seleccionados, fue nada más y nada menos, que un hermoso ejemplar de 911 Targa, con el deportivo acabado GTS. Este modelo se convierte en una alternativa para los amantes de los descapotables, pero que además valoran la mayor aislación de un coupe, gracias a su zona trasera que se mantiene cerrada y que cuenta con un impresionante sistema para abrir y guardar una sección del techo.

La versión Targa cuenta con una larga historia, que comenzó en los años 80, cuando la marca debió buscar una solución a las exigencias de seguridad impuestas en EEUU para los vehículos descapotables, y desarrollo el primer modelo Targa, que contaba con una barra antivuelco integrada de manera muy armoniosa y que sería una de las versiones más queridas del 911.

Además, la versión GTS le agrega un extra de exclusividad, sumado al hermoso sonido de su escape activo, por donde escapan los sonidos de su motor boxer de seis cilindros, y que entrega una potencia de 473 Hp, convirtiéndose en un digno hermano menor, pero muy cercano al 911 Turbo S que manejamos en la primera jornada.

Con este Targa, la experiencia de empuje y aceleración no es tan violenta como en su hermano mayor, la sensación es quizás más deportiva, gracias a los comentados escapes y a la construcción de tu techo, que permite el ingreso de algo más de sonido del camino y del motor, lo que se agradece cuando le damos sin contemplaciones al pedal derecho.

Este fue nuestro último modelo que nos toco en el grupo, solo quedando pendiente uno que me habría gustado mucho manejar, el impresionante Cayenne Coupe Turbo GT, pero que no alcanzamos a cambiar a todos los modelos del grupo. El Targa GTS fue el que nos llevo de vuelta al Porsche Center en Santo Domingo, donde pudimos nuevamente encontrarnos entre todos los invitados, disfrutar de algo para comer y tomar, y recibir nuestro diploma por haber participado de la actividad.

Con esto, pudimos cerrar una actividad realmente inolvidable, a los mandos de varios modelos que posiblemente no podamos manejar nuevamente, menos en un paraje tan hermoso y distinto como lo es República Dominicana, y que además nos regalo un clima muy agradable y despejado.

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