Sabemos que el BMW M4 no es un vehículo común y corriente. Preparado para la velocidad, ha sido diseñado y pensado para soportar el castigo de un uso deportivo, altas velocidades, y mayor exigencia a los sistemas de frenos, suspensión y dirección. Pero no lo suficiente como para el castigo que le podría dar un piloto de Fórmula 1.
Robert Kubica estuvo al volante de un M4 en el infierno verde, el Nurburgring Nordschleife, la versión larga y más exigente del circuito (no por nada abundan las agencias de arriendo de vehículos en las cercanías del circuito, ya que como dice el dicho «el auto más rápido que manejado es el que no es tuyo«) donde dió 36 vueltas al circuito, recorriendo casi 756 kilómetros.
Para una idea rápida, aproximadamente lo que debería desgastarse en unas 250 vueltas de una persona normal, se desgastó en las 36 vueltas. Todos los rodamientos de masa quedaron listos para un necesario cambio, al igual que las pastillas de freno que se consumieron aproximadamente hasta la mitad de su vida útil. Sin embargo, a pesar de que estaban nuevas cuando entró a la pista, el desgaste habría sido mucho mayor de no ser por los controles de tracción y estabilidad.
Los neumáticos, unos Nankang AR-1S, fueron reemplazados a las 20 vueltas, mostrando un desgaste del doble de lo que regularmente duran esos neumáticos en la pista. Y por si fuera poco, la temperatura del escape llegó a tal nivel que derritió la parte baja del parachoques trasero, justo por sobre el escape.
