Después de Volkswagen, Mitsubishi, y otras más le tocó el turno a Renault, que está en proceso de investigación tras descubrirse discrepancias entre el nivel de emisiones declaradas y las reales. En particular se trata de los modelos Captur y Clio IV. En las evaluaciones del primer modelo, se observó que en los motores turbodiesel superó las emisiones aceptables de dióxido de carbono en un 377%, mientras que en el Clio las emisiones estaban un 307% por sobre el límite permitido.
Los resultados obtenidos en funcionamiento real, comparado con lo declarado por la compañía y obtenido en pruebas de laboratorio, hace suponer que al igual que los modelos de las otras marcas acusadas de lo mismo, tienen algún método o trampa que les ayuda a bajar las emisiones, sea un dispositivo mecánico o una calibración de software.
Las acusaciones están hechas en Francia, donde además se liberaron unos correos electrónicos obtenidos de la compañía, donde se nota que varios ejecutivos de la firma sabían de este «problema» desde enero.
