El segmento de los compactos dispuestos a entregar adrenalina ha tomado un segundo aire durante el último tiempo. Ya tenemos en nuestro mercado modelos como el Peugeot 208 GTI, Citroen DS3, Opel Corsa OPC y OPC Nurburgring, Audi A1 1.4T S-Line, por decir algunos. Hoy la apuesta corre por manos de la francesa Renault, que ofrece en Chile su nuevo «pocket Rocket», el Clio IV RS 200 EDC, modelo que llega a cargo de Derco a un precio único de CLP $16.990.000.
Es el primer Clio IV que arriba al país, y el que llega solamente en carrocería de cinco puertas, con motor de 1.6 litros turbo de 200 caballos y una inédita caja de cambios automática de doble embrague de seis velocidades (EDC, Efficient Dual Clutch). Logra una aceleración de 0 a 100 km/h en 6,7 segundos, una velocidad máxima de 230 km/h, y un consumo mixto de 15,1 km/l (según el 3CV). Además es el único ‘hot hatch’ de cinco puertas.
Incluye mucho equipamiento estándar, como llantas de 18 pulgadas, luces de conducción diurna LED, asientos firmados por Renault Sport, sistema de info entretenimiento R-Link, panel central con pantalla touch, sistema R-Sound que permite simular el sonido de otros modelos a través de sus parlantes al acelerar, entre otras características.
Otra de las novedades de este modelo es que permite seleccionar tres modos de conducción, Confort, Sport y Race. El primero como se intuye es el indicado para la circulación normal, con más agilidad y respuesta contundentes. Luego en el modo Sport, se acortan los tiempos de paso de cambios, se acorta la respuesta del acelerador, se endurece la suspensión y el control de estabilidad de coloca en un modo más permisivo. En el modo Race, la caja y el motor entregan su mayor potencia y velocidad, mientras que el control de estabilidad de desconecta por completo.
CONOZCAMOS AL AMARILLO
Además esta versión RS del Clio IV se presenta con un look más urbano que el Megane III RS, pero manteniendo esa misma esencia con elementos como doble salida de escape, alerón y difusor trasero, llantas de 18’’, parachoques delantero color de carrocería con lámina F1. Estéticamente podemos ver que se trata de un cambio muy grande frente a su generación anterior, donde destacan sus formas musculosas desde todos los ángulos, sus líneas que se reconocen rápidamente como un Renault, su rombo delantero de nueva factura, y sus cinco puertas, donde se esconden las manillas traseras buscando acercar el diseño al de un modelo de dos puertas. Esto lógicamente beneficia a los pasajeros de los asientos traseros, ya que mejora el acceso en todo momento, además de entregarle mejor visibilidad y espacio interior. Punto aparte el color de esta unidad, muy atractivo y especial, cambiaba de color dependiendo del sol o de donde lo mirábamos.
Sus dimensiones también crecieron hacia todos lados (largo de 4.090 mm, ancho 1.945 mm, alto de 1.432 mm y una distancia entre ejes 2.589 mm) en para hacerlo más cómodo en casi todas las dimensiones, y acomodando de mejor manera a cuatro adultos. Su maletero es de buen tamaño (300 litros) y permite acoger la carga en desplazamientos urbanos y fuera de la ciudad. Donde más me gustó es la parte trasera. Los dos pequeños difusores a los costados son muy atractivo junto a unos pequeños focos rectos. El pequeño alerón que se extiende del techo le da un toque aerodinámico singular.
MENOS RACING, MÁS PARA EL «DÍA A DÍA»
Adentro integra unas cómodas butacas deportivas con el logo «RS» arriba, con cinturones de seguridad rojos, además de costuras en el volante también de ese tono y el pomo de la palanca de cambios del mismo color. Lo que no me gustó mucho es la visibilidad hacía atrás, muy limitada por la pequeña zona vidriada de la lunetra trasera.
El tablero tiene unas grandes esferas y al centro un gitante velocímetro digital. Me gustó el de la izquierda, la de las revoluciones (similiar al que utilizan los Ferrari). Mantiene las sensaciones de un auto francés, es decir, texturas suaves con algunos polímeros blandos en la consola (con el logotipo Renault Sport con un fondo grafito cerca de la guantera por el lado del pasajero). Lo que sí se siente inmediatamente adentro es que no es tan racing como el Megane III RS, las butacas son mucho más cómodas y el el tacto de la caja automática es algo frágil, así como algunos plásticos de la consola y puestas. Tampoco me gustó como cerraban las puertas, las encontré débiles.
El tacto del volante también es demasiado grande, lo ideal sería tener uno especial para la gama RS, Ahora, respecto a sus «gadgets», tiene bastantes, probé el GPS y es bastante efectivo. No me gustó nada el audio, de una calidad sólo regular, es bastante mejorable, más aún pensando que en un auto deportivo la calidad del audio toma más relevancia. Consideremos su precio. Todo se regula desde el clásico control al volante (atrás de este) con los botones clásicos de los modelos Renault.
Podemos regular los modos de manejo con un botón algo perdido en la parte baja de la consola «RS Mode» que nos permite cambiar la configuración dinámica del auto. Ahora, cuando seleccionamos «Sport» se enciende una luz verde en el tablero que nos indica en que modo estamos. El ralentí del auto es más racing y la respuesta al acelerador cambia bastante. La visibilidad es como la de cualquier compacto especial de su segmento aunque la visibilidad hacia atrás es muy mala.
El Clio RS busca responder a esa ‘casta superior’ de modelos compactos deportivos. A su estilo agresivo suma un desempeño aceptable en pista y que considero solo regular para uso citadino, si es que lo necesitas para eso (ahora si yo tuviera un Clio RS muy relajado no andaría). ¿Por estos 17 millones que conviene elegirlo?, vamos viendo. Al arrancar este cuatro en línea de 1.6 litros y turbocompresor ruge como pocos anunciando la potencia de 200 CV y los 240 Nm de par motor. Destacamos por sobretodo el sonido de turbina al acelera con pequeñas «detonaciones» cuando pasamos los cambios, una delicia. la que se obtiene en las aceleraciones más violentas.
Recordemos que las anteriores generaciones siempre incluyeron un motor aspirado de cuatro cilindros, este 1.6T se acopla por primera vez a una transmisión automática de doble embrague (EDC) de seis velocidades, con paddle shift detrás del volante (de un material muy plástico, que no me gustaron) los que se mantienen fijos sin girar con el volante. Permite acelerar desde 0 hasta 100 km/h en solo 6.7 segundos, mientras que alcanza los 230 km/h de velocidad máxima. Una de las cualidades de este motor son sus bajos consumos, con 11.6 km/l en ciudad y de hasta 18.5 km/l en carretera, siempre bajo las mediciones del 3CV. Esto representa una mejora de un 25% frente a su generación anterior. En nuestra prueba logramos un consumo promedio de 10,8 km/l.
Según la propia Renault, la transmisión automática de doble embrague EDC se adapta al estilo de conducción «con cambios de velocidad de forma automática, rápida y fluida través de tres modos de conducción RS Drive: Normal, Sport y Race», es decir, se adapta según las necesidades del conductor y además cuenta con Paddle Shift (levas de cambio de velocidad en el volante) y con limitador de velocidad, que permite fijar una velocidad crucero o máxima, ajustable desde los comandos del volante.
El modelo se comporta a gran altura al exigirlo a fondo, acelera de cero muy rápido y las recuperaciones son excelentes, tiene un buen y equilibrado motor turbo, sube muy rápido de revoluciones hasta casi el corte (cerca de los 6.000 RPM). Entre las 2.200 RPM y las 6.000 RPM es cuando ofrece su mejor rendimiento, con un empuje del motor excelente. Está acompañado por una caja de cambios que no encontré tan ágil para ser doble embrague, si con cierta ligereza más al sumar que al restar marchas, bien acompañado por un conjunto de frenos eficientes pero que no sentí deportivos. El desarrollo de la primera es bastante largo para lograr buenas aceleraciones. La segunda y tercera también.
El tacto del pedal del acelerador tampoco me gustó mucho, muy «livianito» para ser un deportivo. Claro, la suspensión es mas firme de lo habitual, para reducir así los balanceos de la carrocería y lograr la mejor performance. Es buena en carretera, pero en camino irregulares, como los que tenemos en Chile salta mucho, lo que incomoda mucho. Imaginemos llevar a la familia adentro, umm no. Mejor ir solo aunque sea cinco puertas. El curvas no se balancea nada, permite copiar bien las irregularidades de un camino en buen-regular estado sin descomponer mucho la trayectoria.
Un ejemplo claro de que hablamos de un hatchback netamente deportivo. Ya en un manejar más violento, es notable como se comporta el funcionamiento del ESP, que dependiendo del modo seleccionado (normal, sport o desactivado) permite rodar con mayor seguridad o mayor diversión.
En resumen el Clio RS mantiene esa casta de la gama «RS» aunque menos adrenalínico y deportivo que su hermano mayor el Megane RS. Igual es un vehículo entretenido para manejar dentro, sin ser un hot-hatch radical como un Opel Corsa OPC Nurburgring. Tiene bastantes detalles de terminaciones mejorable, aunque también con atributos que permiten llevarlo como un buen deportivo compacto para el «día a día». Veamos que dirán sus posibles clientes, ya que este cambio generacional, conllevó también un aumento importante del precio.
¿Qué te pareció el nuevo Renault Clio IV RS 2015?, coméntanos.
